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Historia

Los más antiguos vestigios se encontraron en el Valle del Manzanares, en la Ciudad Universitaria, Villaverde, Casa de Campo, Torrijos, Ciempozuelos, La Sagra, Alcalá de Henares o Portazgo cuyo yacimiento arqueológico reveló la presencia allí del homo erectus hace unos unos 350.000 años.
Son muy abundantes los objetos y herramientas preshistóricos hallados. A lo largo del valle del Manzanares aparecieron hachas, puntas de flecha y otros restos de herramientas de piedra utilizadas para cazar los grandes mamíferos que vivían en esta zona en el Paleolítico.

Los restos de poblados prehistóricos más interesantes se descubrieron en Alcalá de Henares. Los vestigios hallados en Las Vistillas y Villaverde o en las cuevas de Perales de Tajuña indican también el asentamiento de pequeños núcleos humanos durante el Neolítico, así como los extraordinarios vasos campaniformes, decorados con pasta blanca, que aparecieron en Ciempozuelos. Sin embargo, los restos humanos son escasos.

Alrededor del S.IX ac. llegan las primeras invasiones celtas, pueblos de cultura celta llegados desde el occidente y centro Europa. En Carpetania se establecen los carpetanos para el año 700 ac.

El pueblo carpetano ya se afinca en aquellos años en lo que va a ser nuestro territorio durante buena parte de la historia con sus respectivas modificaciones históricas derivadas de los rasgos culturales y populares.

Provincia de Madrid

(Alcalá de Henares) Cerro del Ecce Homo.
Situado en la orilla izquierda del río Henares, al sureste de Alcalá de Henares. Tiene una extensión de 4'5 hectáreas y fue habitado desde comienzos de la edad del bronce hasta la antigüedad tardía gracias a sus buenas condiciones de visibilidad sobre el entorno que le rodea.

(Alcalá de Henares) Salto del Cura.
Situado cerca de la vieja Complutum, Era un pequeño castro que ocupaba una media hectárea. A su alrededor se sitúa un terraplén indicativo de haber sido un lugar fortificado.

(Alcobendas) La Ribera.
Situado en llano, no tenía fortificaciones. Era un asentamiento estacional con ciclos cortos de ocupación dedicado a la agricultura con cierta actividad metalúrgica, alfarera y de artesanía textil. Tenía buenos contactos culturales con la zona norte, el levante y el sudeste peninsular.

(Fuente el Saz del Jarama) Cerro Redondo.
Situado cerca del Puerto de Somosierra, es un pequeño asentamiento de unos 900 metros cuadrados que no estaba fortificado y cuya actividad principal parecía ser la ganadería.

(Getafe – Perales del Río) Arroyo Culebro.
Situado en la margen derecha del río Manzanares y en la izquierda del arroyo Culebro en un emplazamiento que controlaba ambas vegas. Era espacio abierto de un pequeño tamaño con estructuras efímeras basadas en madera y barro.

(Leganés) Arroyo de la Recomba.
Situado junto al arroyo de la Recomba, era un pequeño poblado de unos 3.000 metros cuadrados. Su poblamiento se inició en la segunda mitad del siglo III a.C. Destruyéndose por el fuego a mediados del siglo II a.C. probablemente durante las luchas en la Carpetania entre lusitanos y romanos dentro de las Guerras lusitanas.

(Leganés) Cerro de la Fuente de la Mora.
Situado en lo alto de un espolón, tenía una superficie de 8.000 metros cuadrados. Estaba fortificado y contaba con una cierta industria de artesanía textil. Su ocupación se desarrolló entre el siglo III y el I a.C. en que fue abandonado a consecuencia de un incendio, probablemente durante las Guerras Sertorianas.

(Patones de Abajo) Dehesa de la Oliva.
Situado en un cerro junto a la confluencia de los ríos Lozoya y Jarama, fue un importante Oppidum que ocupó una extensión de 26'5 hectáreas. Sus murallas y barrancos naturales formaban un excelente sistema defensivo. Fue habitado desde el siglo II a.C. llegando la ocupación de algunos de sus lugares hasta época visigoda.
  Placa decorada de bronce hallada en el asentamiento carpetano de El Llano de la Horca. Siglos III - I a. C.

(Santorcaz) Llano de la Orca.
Situado en un cerro que domina el valle del río Anchuelo, fue habitado entre finales del siglo IV a.C. hasta mediados del siglo I a.C. De una superficie importante, 14 hectáreas, estaba fortificado y podría ser calificado como Oppidum. Además de las habituales actividades agrícolas y ganaderas, contaba con una importante actividad artesanal. Se estima que fue abandonado en los convulsos años de las Guerras Sertorianas.
Redueña.
Se sitúa en lo alto de un cerro con buenas defensas naturales. Fue habitado entre los siglos II y I a.C. siendo un extenso castro que por la pobre cultura material encontrada se puede estimar que no gozó de una prosperidad significativa. La actividad de sus habitantes era la agrícola y ganadera.

(Rivas Vaciamadrid) Laguna del Campillo, Miralrío.
Situado en la margen derecha del río Jarama junto a su confluencia con el Manzanares. Es un pequeño asentamiento poblado entre los siglos IV y II a.C.

(Valdemoro) El Colegio.
Situado dentro del casco urbano de Valdemoro, es un pequeño asentamiento sobre un promontorio junto al arroyo de la Villa. No se cree que fuese ocupado más con posterioridad al siglo III a.C.

(Villa de Vallecas) Cerro de La Gavia.
Situado en un promontorio de difícil acceso junto al arrollo de Las Barranquillas. Era una población amurallada y estuvo habitada desde inicios del siglo IV a.C. hasta el siglo I a.C. Por los restos hallados se estima una importante actividad comercial por parte de sus habitantes.

(Villarejo de Salvanés) Santa María.
Situado en la cumbre de una colina amesetada, era un castro de unas 10 hectáreas que controlaba la fértil vega del arroyo de San Pedro que desemboca en el Tajo. Tenía dos recintos amurallados: uno inicial interior y otro posterior y exterior debido a una expansión de la ciudad. Se estima su ocupación principal ente los siglos IV y II a.C.

Provincia de Toledo

(Corral de Almaguer) Cerro del Gollino.
Situado en el extremo suroriental de la provincia de Toledo, en los límites con Cuenca y Ciudad Real. Es un extenso Oppidum de más de 15 hectáreas. Fue ocupado intermitentemente desde el siglo VII a.C. hasta la Edad Media. Parece estar relacionado con otros grandes Oppida como Consabura, Yeles y Mora formando una estructura central de defensa del área circundante. Estaba comunicado por una calzada romana con Cartago Nova estimándose la existencia de una significativa inmigración itálica tras la inclusión de Carpetania en el mundo romano. Fue objeto de un abandono en la primera mitad del siglo I a.C. probablemente en los inseguros años de las Guerras Sertorianas.

(Illescas) El Cerrón.
Situado en promontorio ovalado a 3'5 km. de Illescas junto al arroyo Dos Villas. Tiene una superficie aproximada de una hectárea y en él se ha localizado un santuario. Por los elementos culturales hallados se estima un activo comercio con zonas lejanas.

(Villanueva de Alcardete) Pozo Villarejo I y II.
Situado en llano, junto al río Cigüela en su margen derecho y junto a una vía de comunicación – La Cañada de los Hinojosos – que ha pervivido en uso hasta nuestros días. Estaba rodeado de tierras cultivables de buena calidad y alcanzó una cierta prosperidad en época altoimperial en la que se construyo un puente sobre el río.

(Villatobas) Plaza de Moros.
Situado sobre un espolón que controla la confluencia de dos vías de agua y cuyo acceso es un reducido paso fortificado con fosos y torreones semicirculares. Este Oppidum fortificado con la clásica muralla sobre la parte trasera de las viviendas, fue habitado entre la mitad del siglo IV y el siglo III a.C. siendo objeto de una gran destrucción por fuego.

(Yeles) Cerro de las Canteras.
Situado sobre un relieve de naturaleza defensiva, era un castro de unas 3 hectáreas. En él se han localizado cerámicas de importación.

Provincia de Ciudad Real

(Pedro Muñoz) Cerro de las Nieves.
Estuvo poblado entre los siglos VI y III a.C. Su población tenía una actividad principalmente agrícola con alguna actividad ganadera. Se han hallado en él cerámicas griegas de importación.

Provincia de Guadalajara

(Armuña de Tajuña) Castejón.
Se trata de un importante cerro amesetado rodeado por el río Tajuña y el arroyo de Tendilla. Tenía una gran superficie de 35 hectáreas. Su poblamiento se estima entre los siglos IV y I a.C.

(Guadalajara-Taracena) Muela de Taracena.
También conocido como “La Merced”, está situado en una amplia meseta en la orilla izquierda del río Henáres. Con una superficie de 5 hectáreas, tuvo que ser una población importante a juzgar por los restos encontrados entre los que destaca un tesorillo oculto de monedas hispano-romanas que refleja un periodo de inseguridad, probablemente durante las Guerras Sertorianas.

(Brihuega-Tomellosa de Tajuña) Castillejo.
Es un pequeño castro de 400 metros cuadrados que está rodeado de un perímetro amurallado. Por su reducido tamaño, se estima un poblamiento nómada durante la época de pastos quedando en él durante el resto del año una pequeña guarnición de vigilancia.

Provincia de Cuenca

Torrejoncillo del Rey-Horcajada de la Torre.
Era un pequeño castro de menos de 1 hectárea de extensión. Situado en las esfera de influencia de Segóbriga, en sus cercanías se encontraban minas de lapis specularis.

Los carpetanos formarían parte del grupo indoeuropeo o «protocéltico». Las raíces de la formación de este pueblo se sumergen en la cultura de Cogotas I, que representa la Edad del Bronce final en una extensa área peninsular entre la que se encuentra la zona donde habitaron los carpetanos, a partir del siglo IV a. C., los carpetanos recibieron influencias culturales de las zonas pobladas por los íberos situadas al sur de su territorio, adoptando mejoras tecnológicas tales como el torno de alfarero, la molienda de cereales, el horno de tiro variable o la siderurgia; innovaciones que conllevarían una mayor especialización social y acentuarían la jerarquización preexistente.
Los asentamientos en llano se solían situar cercanos al agua (arroyos o ríos) disponiendo de un buen acceso a pastos y tierras de cultivo. Estos poblamientos no estaban amurallados y contaban con una amplia superficie.

Los asentamientos en alto, por su parte, buscaban aprovechar las ventajas de lugares elevados así como una economía de construcción que permitiese contar con un baluarte defensivo con el menor esfuerzo posible; todo ello en la proximidad de algún manantial que proporcionase el suministro de agua, Una interesante característica observada en los asentamientos carpetanos es que no obedecían a un criterio de jerarquización o influencia entre unos asentamientos y otros, sino que parece que mantuvieron unas relaciones de igualdad entre ellos, dándose más bien relaciones de algún tipo de asociación entre los poblados en llano y un equivalente en alto; algo que se ha interpretado como que los segundos eran una adaptación defensiva de los primeros54 con el fin de protegerse de las incursiones de pueblos vecinos como lusitanos y celtíberos.

Los carpetanos se organizaron de una manera descentralizada sobre la base de polis (ciudades estado) al igual que la generalidad del mundo antiguo o ámbitos comarcales de varias poblaciones vecinas.
La base de la sociedad carpetana la constituía la familia nuclear (padres e hijos). Sobre este soporte, se daban las Gentilidades, habituales en los pueblos indoeuropeos y de las que las carpetanas se cuentan entre las más meridionales atestiguadas epigraficamente. Estas gentilidades se estructuraban sobre el fundamento de un parentesco consanguineo entre descendientes de un mismo antepasado común, generalmente mitificado, que daba nombre a este grupo suprafamiliar. Eran unidades organizativas que contaban con un reducido número de miembros siendo de carácter restringido y cerrado y actuando dentro de unos límites territoriales definidos. El gobierno de las ciudades correría a cargo de una asamblea de la ciudad y un grupo de magistrados.
Durante el periodo previo al ataque cartaginés, el crecimiento demográfico y económico conllevó la aparición de unas élites documentadas en los estudios de las necrópolis y cuyos poderes serían inestables necesitando ser defendidos y negociados dentro de sus comunidades. Este proceso se acentuó en los tiempos convulsos que significaron el ataque cartaginés y la conquista romana, periodo este último en el que aparecieron líderes como Hilerno quien capitaneó la coalición de pueblos célticos con los que primeramente se enfrentaron los Romanos al inicio de la conquista de Carpetania, o Thurro que aglutinaría a los últimos carpetanos resistentes a Roma y con el que acordaría Graco el tratado de Amicitia que integró a Capetania en la Hispania romana.
La economía se basada en la agricultura fue su actividad fundamental, siendo más importante entre ellos que entre otros pueblos de la meseta. Su explotación principal fue el cereal, para el que la cebada y el trigo representan la mayor parte de los restos encontrados: el trigo se empleaba para la fabricación de pan y la cebada para la elaboración de tortas, la fabricación de cerveza y la alimentación de los animales de tiro.
Aparte de estos cultivos, como elemento recolectado del bosque mediterráneo, se empleó abundantemente la bellota, tanto para la fabricación de harina como para su consumo como fruto.

En cuanto a la ganadería, los estudios arqueológicos indican que la principal cabaña la formaban los ovicápridos, seguidos de los bóvidos, que se usarían como animales de tiro, y en menor proporción otros animales como el cerdo y los equinos. El consumo de carne se complementaría con la caza obtenida del bosque mediterráneo, ya que es habitual encontrar también restos de ciervo, liebre y conejos. Las actividades de artesanía de los carpetanos se solían llevar a cabo en áreas apartadas y específicas de sus poblaciones. La cerámica se fabricaba mayoritariamente a torno en las poblaciones mayores, que eran las que contaban con alfares, manteniéndose de manera marginal la fabricación manual en las vasijas destinadas para cocinar y en los grandes recipientes. En cuanto a la metalurgia, se producían en hierro las herramientas, armas y elementos tales como clavos o arandelas, mientras que para los elementos decorativos como las fíbulas, se utilizaba mayoritariamente el bronce. Las actividad textil, asumida por las mujeres carpetanas, es atestiguada por los abundantes restos de pesas de telar o pesas de husos, desconociéndose el tipo de los telares aunque se supone que eran verticales. Los carpetanos también participaban del comercio a través de las rutas que recorrían su región articuladas sobre los vados del Tajo, en especial el de Toledo.
En el lenguaje hablado los carpetanos debieron utilizar alguna variante del idioma hablado por los celtíberos, situándose entre éstos —cuya lengua sería un dialecto celta de tipo arcaico— y los vetones, incluidos dentro del área del idioma lusitano al que se considera una lengua indoeuropea precéltica.
La cultura material estaba representada por cerámicas, fíbulas y orfebrería aparte de otros clásicos como la Pátera de Titulcia o El Relieve de Illescas.

En la religión los carpetanos, debido a su origen, debieron tener unas creencias religiosas similares a las atestiguadas en la zona céltica de la península ibérica, con unas características tales como:

La existencia de una “Diosa Madre” que personificaría la naturaleza y la fecundidad estando relacionada con las fuentes, el suelo donde surge la vegetación y todo lo relacionado con la vida.
Un “Dios Supremo” que acompañaría a la “Diosa Madre” y gobernaría la armonía y el caos del universo poseyendo un marcado talante guerrero.

Un destacado papel de los árboles y bosques como lugares donde habitarían los dioses y la existencia de santuarios a cielo abierto donde éstos serían adorados.

Un culto a diversos dioses como Epona -que sería la protectora de los caballos-; Ataecina -diosa tutelar que suministraría bienes terrenales-; Airón -una deidad asociada las fuentes y surgencias de aguas- o Astarté -una diosa de origen fenicio atestiguada en zonas con amplio contacto con el sur peninsular.

En la población toledana de Mezquitilla se ha atestiguado una inscripción consagrada a una divinidad céltica denominada "Bandua" de la cual se desconocen sus características.

Por periodo histórico entendemos aquel para el que las fuentes clásicas nos han transmitido información sobre Carpetania y los carpetanos.
La presencia cartaginesa en la península ibérica proporciona la primera ocasión en que los carpetanos aparecen en los textos históricos que nos transmite Polibio y Tito Livio describiéndolos el primero como “...quizá el pueblo más poderoso de aquellos lugares”.
El objetivo de estos ataques fue múltiple: proporcionarse suministros y soldados así como asegurar la retaguardia de su principal territorio antes de su expedición a Italia.

Durante la Segunda Guerra Púnica los carpetanos continuaron con su hostilidad frente a los cartagineses, la cual mantuvieron constante. Otros pueblos peninsulares como celtíberos, íberos o lusitanos lucharon a favor o en contra de romanos y cartagineses según las circunstancias.

El derrumbe cartaginés en el 206 a. C. dejó un aparente vacío de poder en el interior peninsular que las tribus más poderosas trataron de ocupar. Por su situación de vecindad, los carpetanos fueron objetivo de las tendencias expansivas de celtíberos y lusitanos, lo que unido al historial de común enemistad contra los cartagineses, hace probable que parte de su población no viera con malos ojos la presencia romana en su territorio.

Durante las guerras lusitanas (155-146 a. C.) la Carpetania, por la fertilidad de su terreno y su naturaleza de fiel aliado de los romanos, fue objeto de varias razias por parte de Viriato.
Algún autor ha estimado que Viriato intentó encontrar aliados en el área carpetana aunque fuese a la fuerza, pero de la información que nos transmiten las fuentes clásicas se puede concluir que ninguna población de Carpetania se unió a Viriato ni el caudillo lusitano pudo reclutar hombres en este territorio; antes bien, parece que los carpetanos se alinearon voluntariamente con los romanos permitiendo la instalación en su territorio de cuarteles de invierno en el 135 a. C., probablemente agradecidos por el apoyo romano frente a las correrías de vacceos y lusitanos.

Tras la muerte de Viriato y la toma de Numancia en el 133 a. C., un periodo de paz se abrió en el territorio carpetano hasta que el inicio de las Guerras Sertorianas, seis décadas más tarde, devolvió la inestabilidad a la zona.
Durante los ocho años de esta guerra civil romana, la Carpetania se mantuvo del lado optimate al contrario que sus vecinos celtíberos que se inclinaron por el partido sertoriano; transmitiéndonos las fuentes clásicas únicamente ataques de las tropas sertorianas contra poblaciones carpetanas. Estos años tuvieron que ser una época convulsa ya que son varios los “tesorillos” ocultos que la arqueología ha encontrado en la zona.

Sucesos bélicos en la Carpetania entre 193-179 a.C.


En época visigoda, Carpetania fue el nombre que recibió la provincia localizada en el centro tanto geográfico como de poder, donde se hallaba Toledo, la capital del reino visigodo de Toledo. Sus límites son imprecisos, pero limitaría al oeste con Lusitania (Augusta Emerita) y al este con Celtiberia (Recópolis).

La mayor parte de la Carpetania es terreno bastante llano regado por ríos, principalmente el Tajo que vertebraba la región atravesándola por el centro. Estrabón indicaba en su obra que el “país de los carpetanos, oretanos y vetones era medianamente fértil”; frente a esto, la Celtiberia inmediata era definida como un territorio agreste e inhóspito.
La agricultura era con diferencia la principal actividad y fuente de riqueza de los Carpetanos.
Áreas como la vega del Tajo se encuentran entre las mejores tierras agrícolas de la península ibérica. Dentro de la producción agrícola destacaría el cereal – principalmente trigo - con presencia de olivos y vid (ya en época romana); igualmente, en las fértiles vegas del Tajo y Henares se debieron de dar cultivos hortícolas. En época de escasez del cereal, también la bellota obtenida de los bosques de encinares tenía un importante papel en la economía carpetana como materia prima con la que hacer pan y cerveza. Finalmente, el comino de la Carpetania era famoso en el mundo romano dando incluso nombre a una de las poblaciones carpetanas: Vicus Cuminarius. De la importancia de la agricultura carpetana es una muestra que cuando Viriato saqueó la región, impuso a sus habitantes un tributo sobre las cosechas.
La ganadería, aunque no era tan importante como en la vecina Vettonia, también tenía un papel destacado.
La minería también tenía un papel (aunque menor) en la economía carpetana. Estrabón (III, 2,3) indicaba que la orilla norte del Guadiana estaba bordeada por montes metalíferos que se extendían hasta el Tajo, de cuyo cauce se extraía un oro de pureza notable según Plinio.
Como actividades artesanales destacaban la textil y la producción de cerámica cuyos talleres se solían ubicar en zonas específicas dentro de los Oppidum para reducir las molestias por el humo o el peligro de incendio.

La sal era otro de los recursos naturales de la Carpetania ya que en varias de sus zonas se da una elevada concentración de fácil extracción a través de las lagunas salinas. La sal sería utilizada como complemento para la alimentación del ganado, como conservante de los alimentos así como bien susceptible de ser comerciado.

La situación de Carpetania entre las áreas celtas e íberas de la península favoreció la actividad de comercio con ambas zonas y con ello, los procesos de transmisión de elementos culturales. Sería más relevante el comercio de productos desde la costa mediterránea hasta la Carpetania y el interior peninsular. Este comercio favoreció la aparición de cecas autóctonas como Ikenaskon Konbouto (Complutum) o Konterbia Karbica (Contrebia Cárbica)

Tras el debilitamiento del dominio godo en el año 711 la Carpetania pasará de estar reconocida como tal con capital y dominio en Toledo por el reino visigodo a Taifa de Toledo, también con epicentro en la ciudad toledana.
La entrada de los musulmanes en la península se produjo con el desembarco en Gibraltar (Yebel Tárik), el 27 de abril de 711, de Táriq Ibn Ziyad lugarteniente del gobernador de Tánger (Musa ibn Nusair), liderando un ejército de 9.000 hombres. Poco después, el 19 de julio, los visigodos fueron derrotados y su rey Rodrigo murió en la Batalla de Guadalete. La ocupación del sur peninsular con la implantación masiva de poblaciones norteafricanas se produjo rápidamente. La presencia de los Omeyas al norte del Sistema Central era sin embargo prácticamente anecdótica, limitándose a guarniciones desde las que profundizar sus incursiones militares o razzias. Estos nuevos pobladores serían bereberes o amazighs musulmanes mientras que los pocos árabes ocuparían el poder de nuestra tierra sin por ello eliminar a la población autóctona que hasta ese momento poblaba la Carpetania, Taifa que se independizaba dentro del Califato a comienzos del S. XI. Ismail al-Zafir fue el primer monarca de este linaje hasta 1043, luchando contra los cordobeses para mantener la independencia.

En el fin del dominio musulmán:
Al-Qádir en el 1075, se consideró lo suficientemente fuerte en sus dominios de Toledo-Córdoba-Valencia como para prescindir del castellano y expulsó de Toledo a los partidarios de la colaboración-sumisión con los cristianos; pero estos provocaron una revuelta en Valencia, que se declaró independiente bajo el mando de Abd al-Aziz, y Toledo, sin el apoyo de Castilla, perdió las tierras cordobesas en 1077, así como las provincias del sur de la región, y vio atacado su territorio por al-Mutawakkil de la taifa de Badajoz. Al-Qádir se vio, pues, forzado a pedir nuevamente la ayuda castellana y con ella se enajenó el apoyo de una gran parte de la población: por un lado estaban los musulmanes, que eran partidarios de una ruptura de la alianza con Castilla, y un acercamiento a los otros reinos musulmanes, y por otro, los mozárabes y judíos, partidarios de la alianza con Castilla e, incluso de la anexión.
Ante este acuerdo, los toledanos opuestos a la colaboración Alfonso-Al-Qádir (los musulmanes) solicitaron el apoyo de Al-Muqtadir de Zaragoza, Al-Mutamid de Sevilla y Al-Mutawakkil de Badajoz; mientras otra parte de la población, cansada de las continuas guerras (mozárabes y judíos), aceptaba la entrega de Toledo a Alfonso VI, siempre que este simulara tomarla por la fuerza, para evitar que los toledanos fueran acusados de traicionar la causa musulmana, conscientes de la pérdida de prestigio que supondría para el Islam la cesión de Toledo.

El cerco de la ciudad no impidió a Alfonso VI atacar las taifas de Zaragoza, Valencia y Sevilla, y el 6 de mayo de 1085, después de cuatro años de «asedio», Toledo se rendía pacíficamente, tras obtener garantías los musulmanes de que se respetarían sus personas y bienes y de que se les permitiría seguir en posesión de la mezquita mayor. Por su parte, los toledanos se comprometían a abandonar las fortalezas y el alcázar.

El dominio cristiano comienza el 25 de mayo de 1085, Alfonso VI de León y Castilla entró en la ciudad. En aquel momento, el reino de León y Castilla, considerado el heredero del reino visigodo de Toledo, tenía la intención de recuperar para sí la capital del antiguo reino visigodo. La conquista de la ciudad de Toledo dio pie a la inversión de fuerzas entre cristianos y musulmanes en la península, lo que llevaría finalmente a la conquista almorávide de las taifas tras solicitar estas su intervención como último recurso ante el poderío cristiano.

Tras la reconquista política y de fé llevada a cabo por los antiguos pobladores de estas tierras de la Carpetania (celtas, romanos y godos) se llevó a cabo una repoblación que en nuestras tierras no fue muy importante debido al número de autóctonos cristianos y musulmanes que poblaban.

En el siglo XII, cuando los reyes cristianos conquistaron territorios densamente poblados por musulmanes, el tipo de repoblación cambió. Como los habitantes tenían que estar protegidos por nobles, se organizaban de forma colectiva, dirigida por nobles y eclesiásticos. Los reyes organizaban la repoblación de las ciudades fronterizas (repoblación concejil) en la que se otorgaban importantes privilegios y derechos (fueros).

El Valle del Tajo no necesitó mucha aportación nueva de repobladores, se mantuvo gran parte de la población autóctona de la Taifa de Toledo (una zona densamente poblada). Se inició desde la conquista de Toledo (1086) y de forma simultánea a la repoblación del espacio más al norte.
Las órdenes militares de Santiago y Calatrava también tuvieron su apogeo hacia el sureste de la Carpetania.

La Carpetania queda oficialmente desde el año 1085 encuadrada nuevamente en el Reino de Toledo ahora dentro de la Corona de Castilla en vez de dentro del Reino hispanogodo, cuyo reino tendría fuero juzgo propio, leyes propias y representantes en la Corona de Castilla.
Posteriormente se van a producir las primeras concesiones y privilegios de la Corona de Castilla hacia el clero y la comunidad de ciudad y Tierra de Segovia que acompañado de las ventas de tierras a los Mendoza desposeen a la Carpetania y al Reino de Toledo las tierras al sur de Guadarrama. Debido a la población ya existente en estas tierras no fue necesaria una repoblación castellano-segoviana extensa y se limitaron a expandir su territorio y leyes junto con unos 400 segovianos que vinieron a poblar las tierras.

La respuesta no se hizo esperar y son múltiples los conflictos entre las instituciones segovianas que ocupaban parte de nuestra tierra con los pobladores de la misma tuviendo que construir unas pequeñas aldeas por aquel entonces (Navalcarnero y Sevilla La Nueva) para aunar y refugiarse. Pese a todo ello, Navalcarnero fue incendiada en varias ocasiones.
También son conocidas las concesiones al clero segoviano y a los Mendoza del Castillo de Manzanares.
500 años de lucha y discordia se han producido entre castellano-segovianos y carpetanos "gracias" a la política expansionista y ocupacional del clero e instituciones segovianas amparados en la política general de la Corona.
Configuración de los reinos hispanos de la Corona de Castilla en el S.XV.
No será hasta que en el año 1561 Felipe II estableció la capitalidad de Madrid, cuando el Reino de Toledo se acabe desmoronando.

Desde la Reconquista el pueblo carpetano ha manifestado y luchado en innumerables ocasiones su rechazo a la política de la Corona y los privilegios que ésta daba, ésta vez se unía en la lucha con varias ciudades y pueblos de la Corona contra el poder extranjero que se implantaba nuevamente en la conocida como la Guerra de las Comunidades de la Corona de Castilla, siendo la capital toledana punto de insurgencia y de resistencia durante toda la contienda, que junto a otros pueblos y ciudades se revelaron contra el poder extranjero.
Desde que en el año1561 Felipe II decide trasladar de manera definitiva la corte y la capitalidad a Madrid convirtiéndose en la capital de las Españas se pierden todos los fueros, leyes y libertades que hasta entonces se habían adquirido, la monarquía instalada y su séquito coartan el desarrollo del pueblo tejiendo dependencias y subordinaciones del imperio.
Es significativo que, a la altura de 1757, entre la nobleza propietaria y la Administración Real se concentraba el 58,94 % de la renta.

La Constitución de 1812 es la que marca un punto de inflexión en la decadencia española por que es el Liberalismo bajo el que se inspira el que barre de un plumazo a pueblos enteros, leyes, fueros y tradiciones y refunda el Estado Español bajo un falso prisma. En 1833, bajo el reinado de Isabel II, Javier de Burgos establece sin consentimiento del pueblo los nuevos límites de las provincias. También se establecen unas regiones obviando ya por completo a nuestro pueblo dividiéndolo en cuatro provincias, sin una administración comarcal que reordene nuestra tierra y metiéndonos en una continuación del condado y reino de Castilla; La Nueva, cuando Carpetania nunca ha pertenecido al Reino, sino a la Corona de Castilla. Llamar a Carpetania o a La Mancha -Castilla La Nueva- es como llamar a por ejemplo a México -Nueva España- o -Nueva Galicia-.


Y sin peso político ni unidad, y ya con el práctico olvido de un pueblo milenario nos plantamos en la Constitución del año 1978, no sin antes haber pasado por varios acontecimientos, muchos de ellos tristes que ha dado la política española a esta tierra, imponiéndonos ya comunidades autónomas en muchos casos arbitrárias y que no obedecen a la realidad de los pueblos, ésta vez Carpetania queda dividida en tres Comunidades autónomas mientras que la Villa y ciudad de Madrid se convierte en una urbe cosmopolita y multicultural que pierde paulatinamente su identidad y arraigo quedando sumida en un producto "Made in Spain".


Las siete estrellas y la osa junto al escudo de Toledo entre los reinos ibéricos
La bandera carpetana; la sietestrellada, es de los símbolos mitológicos y banderas más antigüas de Europa. Su significado muestra las siete estrellas de la constelación de la osa menor que se cierne sobre la Cordillera carpetana.

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